
la realidad es que tenemos tantos prejuicios que es difícil profundizar verdaderamente en alguien.......más allá de nuestra fantasia..........
realmente busco y no quiero encontrar, hoy por hoy, cuando por fin, me estire complacida en mi pellejo, quizá me decida a compartirme............... y si.......
me gustán las manzanas, pero no las rojas, sino las verde doncella........
me gustán los gatos acicalándose, pero más cuando se entregan a calor del sol dormitando...
me gustan las amapolas, y siempre que las veo quiero meterme entre ellas..........
me gustan los claveles blancos.............más que las rosas....
y me gusta el olor del sexo , el calor de la piel, una mirada que me vea, y escuchar a Bach, mientras huele a sofrito de tomate, Montecristo, y vino.........
Somos un cumulo de sensaciones, olores, colores... por eso cada uno somos diferentes. Ocurre en muchas ocasiones, que tan embebidos en nuestro bienestar material y en un mal entendido egocentrismo, no apreciamos (muchas veces) otras particularidades de la vida o de las personas que nos rodean
ResponderEliminarNo me dejes con la duda gata... ¿que vino te está chutando?
ResponderEliminargata, cuanto mayores nos hacemos más trabajo nos cuesta compartirnos, hasta los que estamos emparejados buscamos nuestra parcela....
ResponderEliminarA mí me gusta la gente que tiene esos gustos
ResponderEliminarEsto que has escrito me parece brillante gataza.
ResponderEliminarEntre tu boca y mis cazuelas media un instante, un suspiro, unaroma... Entiendo lo que dices de lo real versus lo irreal, pero me apetece soltar lastre. Hoy he llegado muy pronto a casa y observo la cocina. Un mero adobado desde ayer espera paciente. Yo hace tiempo que me lio mucho con qué es real y qué no. El roce de un sexo húmedo hace diez años sigue presente en mi mente, más real que muchas cosas, su olor a mar, a sal, a horizonte plano e infinito... La hipoteca, lo cotidiano, desaparecen de mi mente como arena entre los dedos y no me parecen reales...
ResponderEliminarSalgo al jardín, no, claveles no tengo, pero mis rosales presienten la primavera que acaba de comenzar, se vuelven turgentes, con yemas duras y verdes. El almendro comienza a echar alguna tímida flor. Mi perra me sigue nerviosa, quiere jugar. Hoy me apetece un buen Lismore con un Partagás. El rito ancestral de cortar la punta del habano sentado en el porche, pronto comenzará la berrea y se oirán los machos llenos de testosterona bramar por una cópula infatigable, ardua. El año pasado era hermoso oirles desde mi atalaya. El Partagás tiene un tiro lento, sale algo apretado, pero ya noto su aroma a tierra mojada, a almendras amargas.. El whisky es simplemente perfecto, lento y denso en la garganta, tras el primer trago ya solamente queda sabor a miel y flores en mi boca. Tengo unas guindillas estupendas, haré una salsa roja para el mero, con tan sólo una puntita; haré una base de patatas cocidas también...
(sigue)
Joe Bradley
Realidad... Lo único que me queda real es el instinto, el arrebato brutal e incontrolable de un trabajo que me apasiona más alla de lo normal. Me queda el gusto por la lentitud, por un sexo lleno de palabras, melodías susurradas y viejas. Lo único real es sentir calor en el alma, a veces es un paisaje en el mar, a veces es un arroz con bogavante, a veces un Cardenal Mendoza viendo caer la nieve, a veces es mi perra, muchas veces es ver crecer a mi hija.
ResponderEliminarDespacio, el Partagás me relaja, me abre el alma como un queso de gruyere y se me escapa el cansancio por los agujeros, me queda tanta vida por disfrutar...
Me pregunto si, cual Capítulo 7 de Rayuela, podría tocar en la foto tu boca bifronte con un dedo y los ojos cerrados, Gata, y poder imaginarla de nuevo, rehacerla con calma y parsimonia, tan sólo un dedo, 1 cm2 de piel. El vaso con el whisky, bajo y ancho, de culo muy gordo, condensa el agua, que forma un círculo perfecto sobre la madera de la mesa. Tu boca acuosa y fría en esta tarde entre el invierno y la primavera... ¿es real? Debe ser el Partagás, infinitamente mejor que cualquier droga, el espíritu de un puro que imagino enrollado sobre los sudorosos muslos de una hermosa hembra cubana, oscura y callada...
¿Qué hay de real en tí, Gata? ¿Es real esta foto simétrica? No..., parece la imagen de una imagen de tí misma; algo así como el juego infinito de los espejos. ¿Son reales tus palabras?
(sigue)
Joe Bradley
Entro un segundo en el salón y pongo las Variaciones Goldberg. Vuelvo a mi Lismore y se me ocurre que es una música para morder y lamer, morder un hombro desnudo, un mentón, unas nalgas... Lamer un sexo húmedo, abrirlo con la lengua desde abajo y subir hacia arriba, buscando el misterio más hermoso, rojizo y turgente como mis rosales, de lo poco real que hay... También es una música para navegar, recuerdo hace varios años, en el Atlántico, un barquito y esta música en un viejo cassette... Es una música para perderse dentro de uno mismo, para repensarse uno mismo, verse, cuidarse despacito...
ResponderEliminarMe gusta cuando te describes, si que te acicalas, enseñoreada y lejana, sobre el alféizar. Yo sueño con una casa al lado de la Alhambra, con un sushi perfecto de atún, con un viaje eterno por el desierto. Sueño con una boca que se entreabre y me recibe, con un cuello donde descansar mi frente tras un mal día, silencioso, relajado, seguro. Sueño con sentirme vivo siempre, a pesar de que el tiempo pase, sueño con proyectos imposibles de moléculas que solamente existen en mi mente. Sueño con volver a volar en un velero de alas estrechas e inmensamente largas, buscar la térmica perfecta y ascender en una espiral caliente y silenciosa, oyendo solamente el crujir de la estructura.
No Gata, creo que los dos tenemos las suficientes cicatrices como para saber que lo real es lo que no se ve, es el instante inefable pero eterno porque nos marca el alma a fuego. Lo real es una bocanada de fuerza, es un tránsito instantáneo hacia lo perfecto, es una cortina movida por la brisa que deja entrever que existen cosas perfectas, momentos por los que merece la pena vivir, y que existe el silencio, la comunión entre dos mentes, dos bocas, dos manos, dos sexos, dos caminos, dos vidas, dos destinos.
(sigue)
Joe Bradley
Escribir esto es lo más real del mundo. Apuro el Lismore, se acaba el Partagás y como siempre dejo que se enfríe en el cenicero, soy incapaz de aplastar el "pucho" final, es una irreverencia, una falta de respeto, no, es más que eso, es un pecado contra una obra de arte. Cambio de las Variaciones Goldberg a las Suites para Cello. La culpa es tuya, hermosa señora, por confesar que te gusta Bach. El primer movimiento de la primera Suite... Sube y baja con la cadencia perfecta, cierro los ojos y extiendo las alas. El mero, también perfecto y real en su modestia marinera, me espera. Descuelgo mis cazuelas, pico cebolla y pimiento muy finito, laminitas de ajos, la punta de la guindilla. Rehogo despacio, a fuego lento, en aceite de oliva. Luego le añado una rebanada de pan duro, la dejo tostar por ambos lados. En una segunda cazuela preparo la patata, la cuezo con mucho fuego, un chorro de nata y peregil, sal y pimienta. En una tercera doro el mero por ambas partes, con un toque de pimienta cayene. Lo paso a la cazuela número uno, cubro con un fumé caliente y lo observo todo mientras reduce. Abro un Montecillo, subo el volumen de Bach.
ResponderEliminarDe nuevo tu boca carnosa, doble, en la pantalla del portátil. La rebanada de pan se deshace, ligando una salsa de forma perfecta (me lo enseñó mi abuela, cuando yo tenía 5 años, y llevo toda la vida guardando el secreto). El pescado se vuelve firme, desmigo un trozo y lo pruebo... Mmmmm, el sabor del vinagre y del limón del adobo se notan al fondo, al final de todo, en la base de mi lengua. El punto de la guindilla es perfecto.
Mi perra me observa desde el sofá, adormilada. La segunda copa de vino trae ensoñaciones de Granada, quizás junto con Nueva York y Roma, la ciudad perfecta.
¿Realmente importa tanto qué es real?
Joe Bradley
Ejem. Creo que deberías invitar a cenar al tipo ese de arriba gataza. Jeh.
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